domingo, 27 de mayo de 2018

Profundiza tus raíces tanto cómo tus sueños.



Puedes talar un árbol, eso es sencillo, aunque el árbol sea enorme, fuerte y vigoroso, talar o extirpar lo que sobresale a la superficie es verdaderamente sencillo hoy en día, un hacha es suficiente para ello. Derrumbar lo que sobresale y ya no interesa o molesta es muy frecuente en la sociedad actual, pero, ¿qué sucede con las raíces de ese árbol? 

Si las raíces son fuertes y profundas, abarcan mucho más terreno de lo que imaginas, en algunas especies, la altura del tronco determina el radio de la superficie que recorren esas raíces. La profundidad la marca la raíz guía, y en algunas especies su profundidad es realmente espectacular, por ejemplo, el árbol de Argán, sus raíces pueden hundirse hasta los 30 metros en busca de las aguas profundas.



Puedes talar un árbol fácilmente, pero, el verdadero esfuerzo estará en destruir las raíces que han sido fortalecidas con el tiempo y la profundidad. Por más que intentes destruirlas, siempre aparecerá un nuevo brote por aquí o por allí.  Sin embargo, cuando las raíces son débiles, un simple viento puede arrancar el árbol y sus raíces. 

La próxima vez que veas un árbol grande y robusto alzarse hasta los cielos, recuerda esto, lo que ves con tus ojos no es la fortaleza del árbol, lo que ven tus ojos es el resultado de su verdadera fortaleza, y está, se encuentra en el interior y no en la superficie. Su fortaleza está en lo profundo.

La próxima vez que veas un árbol, míralo como un todo, fíjate en lo que ven tus ojos, pero, esta vez procura que tu observación abarque la tierra de la que sobresale, puedes intuir sus raíces, continúalas con tu intuición e imaginación; observa cómo se entrelazan con otras raíces y todas se nutren de la tierra, como si fuesen la parte visible de la naturaleza profunda o el Tzu-Jan en acción. 

Tzu – Jan es el termino chino – taoísta que se usa para describir Naturaleza. Su significado es “espontaneo” y se define del siguiente modo.

“Aquello que es lo que es en sí mismo”.

No puedes terminar con algo de esa naturaleza, brotará de nuevo tarde o temprano. Puedes cortar el césped y crecerá de nuevo, si le rocías veneno para “las malas hierbas” al terminar su efecto, estás regresaran.

Tzu – Jan siempre está en movimiento y actúa como un todo con la fuerza del todo.
“Puedes aparentar lo que no eres, pero, lo que eres aparecerá”.
Lo natural es lo que debe de existir, cada cosa y persona tiene su propia naturaleza (Tzu-Jan) lo profundo brotará tarde o temprano, y si no lo permites, actuará como las raíces de un árbol junto a una casa o una carretera, destrozará todo lo que le cubre con tal de cumplir su propósito.

Cuando permites que lo que hay en lo profundo de ti, fluya en armonía, tu interior más profundo se transforma y muta en su evolución, entonces, al ver el árbol nos maravilla su belleza y fortaleza interior.
Cuando no permites que lo que hay en lo profundo de ti, fluya en armonía, tu interior más profundo se transforma y muta en su involución, entonces, en la superficie, podemos observar esa desarmonía interior. 

Nosotros somos cómo esos árboles que admiramos, solo si profundizamos y nutrimos esas raíces entrelazadas con la energía suprema podremos resistir los embates de la superficie con paz, serenidad, compasión, y abundancia. De lo contrario, un simple vendaval nos arrancara de esa supuesta realidad que llamamos “aparente seguridad”.

Cuando permites que las cosas y situaciones sigan su camino sin entremezclarte en ellas, la armonía queda establecida. Puedes ver, observar y comprender todo cuanto pasa a tu alrededor, una situación tras otra llega y se va, pero, si te interpones, está se queda contigo, y tú, en medio del vendaval.
Es posible que, en uno de estos vaivenes del camino te talen o te maltraten. Si en tu interior existen raíces profundas y eres natural (Jzu-Jan) la serenidad y la paz dominarán tu templanza y saldrás victoriosa de la situación. La serenidad debe de ser el centro de tu equilibrio.

Permite que las cosas sucedan sin que debas de comprenderlas, y las veras pasar y marchar, siempre con el mismo resultado. El vendaval arranca los árboles sin raíces y limpia los caminos de rastrojos, entonces, el caminante agradece los vaivenes del camino.

Aquello que es lo que es en sí mismo no puede ser destruido.

La próxima vez que te maravilles al ver una persona que resplandece como esos grandes árboles, llenos de flores y floripondios (pensamientos y verdaderas intenciones), que creen tener las raíces hasta el centro de la tierra (ego), observa en que se convierten con el próximo vendaval y comprenderás por que debes dejar que las cosas sucedan sin alterarte y sin entrometerte.

Tu imaginación es tu raíz más profunda y su sabia las emociones. Controla tus raíces y fluye en paz porque, Jzu – Jan siempre está en movimiento.

Estamos seguros de que has recordado muchas situaciones con este artículo, algunas las habrás dejado pasar y en otras te habrás entrometido, esa es una buena forma de comprender la Ley de Jzu-Jan. Ya sabes que eres libre de compartir con tus seres queridos estos artículos si es de tu agrado.
Nos vemos en el camino.


Artículo recomendado para comprender esta ley de Jzu-Jan.

Este es un mundo de apariencias que mantiene en una constante ilusión a la mente. Todo cuanto pensamos está basado en apariencias, en creencias basadas en las mismas apariencias, aunque, aparentemente sea perfecto.


jueves, 24 de mayo de 2018

No hay palabra sin responsabilidad.



No pienses que cualquier cosa que digas es simplemente una palabra más, aun sea de broma o por cumplir con las creencias sociales de la buena educación, todo cuanto sale de tu boca tiene poder; poder destructivo o poder creador, a fin de cuentas, poder es.
Isaías 55:11 dice: Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para lo que la envié.
Esta parece ser una Ley muy rotunda, ¿verdad? ¡Menos mal que solo es útil para Dios, eh! Porque, si fuese útil para nosotros a ver quién es el guapo o la guapa que controla la lengua, las palabras, los pensamientos y lo que sigue.
Aunque, si meditamos lo necesario y verdaderamente profundo en esta ley, resulta que podemos observar algunos datos curiosos.

El concepto que tienes de ti mismo resulta equivalente a las experiencias que vives.
Cuando describes los aspectos de alguien, ya sea para bien o para mal, resulta que a más énfasis le pones más te pareces a la imagen que has descrito de esa persona, y así, tú la disfrutas más o la padeces más, sucede igual con la situaciones y circunstancias.
Otras situaciones que se han observado, y que pueden ser igual en tu caso, son los siguientes ejemplos. 


Cuando te oigas diciendo “tengo qué”, observa que te cuesta más hacer eso, y si lo haces, no estás disfrutando de hacerlo, se convierte en una carga.
Cuando te oyes diciendo “me gustaría que”, te estas alejando de eso, lo alejas porque no crees que suceda. 


En algunos casos es algo que si crees o has visto que les sucede a otras personas, pero no crees que te pueda suceder a ti, no te imaginas a ti viviendo esa situación, si además le añades que te sepa mal que a ellos si les suceda eso que no te sucede a ti, la cosa se complica más. 

Mejor nos iría a todos si llenásemos nuestra mente y nutriésemos nuestra lengua de creaciones abundantes, prosperas, compasivas, amorosas y de misericordia para con el prójimo y con el entorno.
En vez de reaccionar como de costumbre ante comportamientos inesperados, debemos de centrarnos en reaccionar con compasión, amabilidad, respeto, serenidad, amor, etc.
Hace un tiempo un grupo reducido de personas comenzamos estas prácticas, ni te imaginas las experiencias que estamos teniendo, te invito a experimentarlas por ti misma o por ti mismo.
Cuidado, “no sé por dónde comenzar” - “este está loco”. etc.

Vigila la lengua y antes tus pensamientos.

“Las palabras de Dios no pueden regresar a Él vacías. Deben cumplir lo que se había propuesto y "prosperar en aquello para lo cual él las envío."

Todo cuanto sale de tu boca, se transforma, o mutala materia cósmica que nos rodea, y se convierte en experiencia. No quedan en el vacío, porque, “el supuesto vacío adopta la forma de esas palabras o decretos”

Ya sea que estés consciente o no de la ley, continuamente cosechas los frutos de tus palabras, y yo los de las mías, y el los de las suyas. A todos nos afecta esta ley.
Puede que no lo supieses, que no la conocieses, o lo que quieras usar como excusa, pero así funciona.
Ahora ya la conoces, pon este conocimiento a prueba por 30 días, duda de lo que te cuento y ponlo a prueba, la experiencia y tus experiencias te ayudaran a comprender todo esto mucho mejor que estas palabras.
Ahora eres consciente y puedes vivir una nueva realidad conscientemente desde el mismo momento que comiences a fijarte en lo que hablas, de donde procede y hagas los cambios pertinentes.
“Se así de ahora en adelante y vive una nueva vida”.

Lo que hasta ayer estuviste cosechando es por causa de esta ley, y la ley precisa de un parlante para que opere. tú eres quien habla y quien pone en funcionamiento esta ley.
La Ley siempre está a la espera de tu orden.
¿De verdad crees que las cosas que te suceden son por simples accidentes o caprichos del destino? Medita la primera parte de este artículo, sí, eso del concepto que tienes de ti y las cosas que te dices.
Observa que, esos detalles tan insignificantes como tu dialogo interno y lo que dices de tu entorno ha adquirido forma, y a más intensidad por tu parte, tanto de lo mismo por la parte de la situación. 
¿Ya lo viste?
Tú eres quien pone en funcionamiento esa Ley, tú eres la causa, todo cuanto experimentas es solo y exclusivamente el resultado de tus palabras exteriorizadas o interiorizadas.
Por favor, no me vengas con eso de: “Hay, si yo no lo dije, solo lo pensé”. Esto solo sirve para empeorar las cosas y para defenderte ante la justicia humana, pero no ante los principios cósmicos y universales. Veamos un claro ejemplo sobre la diferencia entre pecado y delito:
Si ves algo que te gusta, por ejemplo, un bolígrafo, si te lo llevas has cometido un delito, y a su vez pecaste, claro.
Si no te lo llevas, no hay delito, pero pecaste al pensar en llevártelo. La justicia humana no te hace responsable por un delito que no ejecutaste, pero, la universal si te hace responsable de un pecado, y siempre funciona. Lospensamientos no son gratuitos. Este artículo resaltado en azul, es el correcto para poder comprender el tema en profundidad.
Ahora ya sabes por donde comenzar, y yo también.
Es nuestra responsabilidad como pensamos y lo que hablamos, saber que los que nos rodean también se esfuerzan en mejorar su entorno, nos ayuda a todos, por eso te agradecemos que les compartas este enlace a tus seres queridos, entre todos es más sencillo invertir las atenciones. Gracias.